El origen del Tarot no está claro, ni el lenguaje del que deriva, ni qué juegos lo inspiraron.
La primera referencia escrita al Tarot data de 1227 y nos dice: “a los niños italianos se les instruye en el conocimiento de las virtudes con cartas llamadas “carticellas”. Estas cartas podrían ser el origen del famoso Tarot de Marsella, y solo existen 17 cartas de 1392.
Mirando estas fechas, vemos que la Inquisición tuvo un papel esencial en la perpetuación del Tarot como medio para transmitir verdades y conocimientos que durante ese tiempo se volvieron “ocultos” a medida que los paganos se convertían en herejes.
Los cultos que sobrevivieron al dogmatismo cristiano lo lograron enmascarando y adaptándose a formas latinas y cristianizadas. Hasta el punto de que es imposible distinguir el origen real de muchas creencias.
Un excelente ejemplo de esto es la carta de El Mundo en el Tarot basada en la simbología precristiana; el tarot de Marsella representa a la figura central como una mujer. Asimismo, los cristianos del siglo Xll pusieron a Cristo como figura central entre los símbolos del Apocalipsis: ángel, humano, águila, león y toro.
El filósofo francés Antoine Court de Gébelin (1728-84) redescubrió el Tarot y creyó que estaba relacionado con antiguas prácticas espirituales secretas egipcias, un registro visual de doctrinas ocultas.
Tarot no ha tenido ningún papel fundamental en la predicción o cambio de eventos históricos. Sin embargo, desde la reina Isabel I hasta Ronald Reagan y otros presidentes actuales, es bien conocido y documentado tener asesores intuitivos.
Como explica la experta Marianne Costa, una tirada de tarot puede ser dos cosas: un trabajo intuitivo con la otra persona, donde caen las barreras del ego, y la comunión entre dos personas. O como las viejas películas porno, el lector entra en el mundo de la otra persona al ritmo de su tambor, se proyecta en el otro a su conveniencia.
Desafortunadamente, el Tarot ha sido prostituido a una forma reducida de adivinación, donde las descripciones de personalidad vagas y ambiguas dominan la comunicación. Expresiones como “necesitas ser aceptado por los demás” o “tu familia es importante para ti”. Este tipo de expresión se conoce como efecto Bertram Forer.
El Tarot es una valiosa herramienta para reconciliarse con el pasado, corregir modelos de conducta negativos y sacar a la luz creencias limitantes. Además, profesionales como life coach o psicólogos utilizan el Tarot actual como herramienta adicional para sus sesiones.
¿Volverá mi ex conmigo? Bueno, puede que no necesite las cartas para darte una respuesta. Y no estoy proyectando; Simplemente digo que tal vez una mejor pregunta sería: «¿En qué aspectos de mí mismo debo trabajar para traer relaciones sanas y amorosas a mi vida?»
Algunos «profesionales» del tarot pueden usar la pregunta del ex para hacer que la persona regrese con la promesa de ver cambios en el futuro, una forma proyectada de usar el Tarot. Pero, para mí, el Tarot puede ayudarte a salir de tu cabeza y mirar tu vida desde una sana distancia, aportando claridad.
Trabajar con Tarot se trata más de cómo nos situamos en el presente con respecto al resultado deseado. Es traducir los mensajes del subconsciente de la persona y expresarlos de manera práctica y valiosa.
Una sesión tiene una parte introductoria y una explicación de cómo se desarrollará la sesión. Luego, el consultante puede hacer preguntas, y nosotros las responderemos sacando las cartas.
¿Qué sucede cuando el lector ve algo negativo? No existe algo negativo, sino solo la percepción de una situación que puede resultar abrumadora en este momento. Esta situación se puede transformar en una acción que creará un movimiento positivo.
Alejandro Jodorowsky, el padre del Tarot Evolutivo, dice que “el Tarot no es la cura sino el medio para detectar la enfermedad”. Es el trabajo de un coach o psicólogo para ayudar con problemas más profundos.
El Tarot es como un espejo, y nos permite descubrirnos a nosotros mismos.
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